LA ELEGANCIA DEL PINGÜINO: Serie Negra (V): Mañana Nos Veremos.

domingo, 4 de octubre de 2009

Serie Negra (V): Mañana Nos Veremos.


Salieron por la puerta de atrás del local, que daba a un callejón poco iluminado. No había nadie que pudiese percatarse de su huída, con lo que caminaron aparentemente tranquilos hasta alejarse lo suficiente. Una vez alcanzada una distancia segura, se atrevieron a volver a entablar conversación.

-Lo siento Arnau -dijo Zacarías-. La he cagado. No sé lo que salió mal. Acababa de entrar en la discoteca para espiar los movimientos de Helios, como me habías encomendado, cuando sin tiempo para reaccionar un segurata me agarró y me llevó hasta el almacén.
-No te preocupes, chico. Le puede ocurrir a cualquiera -respondió Arnau.
-¿Cómo te enteraste de lo que me había pasado? -le preguntó.
-Bueno, básicamente porque yo lo provoqué. -respondió tranquilamente el detective.
-¿Cómo? -dijo incrédulo el chico.
-Sí, sí. Fui yo quien dio el chivatazo a Helios de que estabas en la discoteca. Le dije que eras un camello que intentaba pasar mierda en su local. Se puso furioso, claro. Esta gente no soporta el intrusismo, y menos en sus locales.
-¿Qué?
-Era una prueba, chico. Si quieres dedicarte en serio al oficio tienes que empezar por acostumbrarte a trabajar en situaciones de máxima presión. -dijo Arnau en tono serio. No era la primera vez que el célebre detetive "ponía a prueba" a su pupilo. Una vez le había ordenado seguir la pista a un caco en medio de una manifestación neofascista mientras, sin que él se diese cuenta, le pegaba una hoz y un martillo en la espalda. Una experiencia sin igual. En otra ocasión, lo envió a comprar pechugas de pollo a una carnicería, a la vez que llamaba por teléfono al carnicero y le decía que las verdaderas pechugas que el chico solía comer eran las de su mujer cuando quedaba sola en casa. Por supuesto, Zacarías no se atrevió a pedir al carnicero que se las adobase.

-El trabajo del detective privado no es nada agradecido -continuó Arnau-. Y si bien la mayoría de los encargos no dejan de ser asuntos sin importancia, de vez en cuando, por una razón u otra, nos toca una investigación peligrosa, de las que te hacen sentir que estás vivo. Y hay que estar preparado.
-Comprendo -dijo el chico sumiso-, pero un poco más de tacto no estaría de más… ¿Qué pasará ahora? Helios y su gente nos habrá fichado, y esa es una mala noticia en una ciudad tan pequeña como Norteña.
-¿Crees que yo no estaba fichado ya? Pero no te preocupes, una cosa es utilizar tus restaurantes y discotecas como tapadera para tus asuntos sucios, y otra muy diferente andar por ahí matando detectives, y menos aún si son importantes para la policía.
-Pero tú te has cargado a uno de sus hombres, y a otro lo has dejado con un dolor de huevos posiblemente crónico.
-No te preocupes por éso. Seguro que a Helios le ha dolido más la puerta y las cámaras de seguridad que le he destrozado, que lo que le haya podido pasar a esos infelices. No te preocupes, al menos mientras yo ande por aquí.
-Si tú lo dices…
-Claro que lo digo yo, y ahora, cambiémos de tema. Tengo algo gordo entre manos. Un caso muy importante.
-¿De qué se trata?
-Mejor no entrar en detalles aquí. No es lugar seguro. Te lo contaré mañana, en mi despacho.
-De acuerdo -respondió el chico-. ¿A qué hora me paso?
-A primera hora.
-¿A las 9?
-¿Cómo? ¿Primera hora las 9? Chico, ¿dónde piensas que vivimos? ¿En Guantanamo? Yo antes de las 10.30 no soy persona. La 9 dice…
-De acuerdo, pues a las 11.00 me paso por ahí.
-Mejor a las 11.30.
-Perfecto.

Y se despidieron tomando cada uno direcciones opuestas.

A la mañana siguiente, Zacarías se levantó temprano con la sensación de que algo extraño estaba a punto de suceder. Relacionó tal presagio con la mala noche que había pasado. Era normal que su sueño se hubiese resentido, no todos los días está uno a punto de morir. Pero según se iba acercando al despacho del detective iba recobrando el ánimo. Sin embargo, cuando llegó y lo encontró vacío, supo que algo malo había pasado. Belarmino Arnau nunca llegaba tarde a una cita.

(...)

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