LA ELEGANCIA DEL PINGÜINO: Vlad Tepes. De Vampiro a Héroe Nacional.

jueves, 18 de junio de 2009

Vlad Tepes. De Vampiro a Héroe Nacional.


Es un momento especial cuando de niño te enteras que Drácula vivió de verdad. La noticia te la dan así, de golpe: “¿Sabes que Drácula existió?” Y tú, claro, flipas, porque piensas que es la hostia que haya vivido realmente un conde que andaba por ahí chupando la sangre a los seres humanos (aunque no dejas de acojonarte al pensar que es verdad lo que tu llevabas intuyendo mucho tiempo: ¡los vampiros existen!). Sin embargo, al igual que pasa con los Reyes Magos, el asunto no es tan bonito como parece. “Drácula el vampiro no, tranquilo”, te dicen, “afortunadamente los vampiros no son reales, yo me refería a un príncipe rumano de la Edad Media, que empalaba a sus enemigos, bebía su sangre y martirizaba a todo bicho viviente que se cruzaba por el camino”. Ah, bueno, piensas tú, entonces me quedo mucho más tranquilo...

No obstante, la confusión es lógica. El simpático Vlad III, hijo de Vlad Drakul (de ahí su apellido Drakulea, “hijo del dragón” o “del demonio” como más te guste –o te disguste-), fue un célebre y sádico príncipe que gobernó el reino rumano de Valaquia durante buena parte del S.XIV, pero que será siempre recordado como la figura histórica en la que el autor irlandés, Bram Stoker, se inspiraría para crear al inmortal Conde Drácula. Vlad, se ganó el apelativo de “ Tepes” o “Empalador” (ojo, no confundir con Nacho Vidal, muy dado también al empalamiento, aunque de otro tipo) por su obsesiva manía de hacer pinchos morunos con sus enemigos, o mejor dicho, pinchos turcos, que era la nacionalidad con la que más disputas mantuvo por la defensa de sus fronteras. Si bien el voivoda rumano no fue un vampiro (o al menos eso creemos), sí que protagonizó una serie de escalofriantes episodios que lo hacen figurar entre los más despiadados gobernantes conocidos.

Por supuesto, hay quien defiende la figura de Vlad. Es más, durante el gobierno de Nicolae Ceaucescu se le hizo Héroe Nacional; una especia de Cid Campeador rumano. Los historiadores que defienden su figura afirman que Drácula simplemente fue un hombre de su tiempo, y como tal debe ser juzgado. Desde este punto de vista, Vlad estaría “dotado de un sentido de la justicia y el patriotismo poco usual para una época tan convulsa, quien hizo estrictamente lo necesario para acobardar a los masivos ejércitos extranjeros y a los desestabilizadores del interior”. Vlad for President.

Y sí, la verdad es que si analizamos sin prejuicios los actos de este noble hombre podemos llegar a considerarlo un gobernante ejemplar y digno de todo elogio. Porque si clavarle sus propios turbantes a la cabeza a unos delegados islámicos que se negaron a descubirirse por ser un acto que iba contra sus costumbres, no es un claro ejemplo de tacto diplomático, apaga y vámonos; o si acabar con la pobreza en su reino mediante la quema de todos los vagabundos, no es una astuta y acertada medida económica, despídete. Es más, el gobernante que en su sano juicio no haya comido alguna vez rodeado de miles de empalados agonizantes que tire la primera piedra.

En fin, lo que os decía, menos mal que el Conde Drácula no exisitó, sino vaya miedo vivir en este mundo...

1 comentario:

Nataliona dijo...

Marcus!!! No se habrán reencarnado en ti???

Besis