LA ELEGANCIA DEL PINGÜINO: No Olviden Vitaminarse y Mineralizarse

martes, 17 de marzo de 2009

No Olviden Vitaminarse y Mineralizarse

Estaba yo el otro día tirado en el sofá, presa de la típica modorra dominguera, cuando de pronto una duda existencial asaltó mi pensamiento: ¿Quién ganaría en una pelea, Batman o Lobezno? Desde un punto de vista superficial, dicha cuestión puede parecer superflua e infantil, pero después de haber visionado (como yo acababa de hacer) Watchmen, la adaptación cinematográfica de la tan cacareada “mejor novela gráfica de superhéroes jamás escrita”, a uno no le queda más remedio que tomarse la vida tan en serio como parece hacerlo Alan Moore; o al menos intentarlo.

La película (y por ende la novela gráfica) trata sobre una serie de superhéroes retirados de escena, que en su decadencia empiezan a ser asesinados. Todo esto transcurre en el contexto de mediados de los años 80, con la Guerra Fría más caliente que nunca, y en donde la amenaza de una hecatombe atómica parece una realidad inevitable. Este es el punto de partida para una tabarra filosófica acerca del bien y del mal, la paz y la guerra, y demás cosas trascendentales. El resultado final no es para nada malo, el problema reside en que si te acercas a esta película como yo lo hice, es decir, esperando pasar un rato entretenido viendo a tíos disfrazados soltando hostias como panes, te saldrá el tiro por la culata. Aquí lo único que encontrarás es un drama shakesperiano de superhombres anabolizados más preocupados de llorar sus penas que de arreglar las cosas como siempre se han arreglado en los comics: a galletas.

Esta seriedad de la que hacen gala los Watchmen, enlaza perfectamente con la nueva línea que han venido tomando las adaptaciones cinematográficas de superhéroes en los últimos años, especialmente desde la versión “realista” del Spiderman de San Raimi de 2002. Ante esta tendencia hay que plantearse lo siguiente: realismo y superhéroes son términos incompatibles. ¿Cómo se puede pretender hacer una película seria con un protagonista surcando los cielos en mallas de colores? Imposible. Si pretendemos racionalizar algo que por sí mismo carece de mucha lógica, corremos el peligro de destapar grandes incongruencias que toda historia de superhéroes trae consigo.

Tal es el caso de, por ejemplo, El Increíble Hulk, también conocido como La Masa. Cualquiera que tenga un mínimo de imaginación puede aceptar que por una serie de experimentos, el maltrecho cuerpo de Bruce Banner al enfadarse multiplique su masa muscular convirtiéndose en una María Patiño verde y gigante; pero ¿quién se cree que sus calzoncillos no salen volando en cuanto empieza a mutar? Lo dicho, ni pies ni cabeza.

Y ¿qué me decís de Superman? El tío es un extraterrestre enviado al nacer a la Tierra cuando su planeta natal, Krypton, está a punto de estallar. Hasta aquí todo correcto, le podría pasar a cualquiera. Pero el simpático alienígena ostenta a la vez todos los poderes que tienen otros superhéroes por separado: su cuerpo es de acero, vuela, es rápido como el rayo, su mirada puede quemar y su aliento congelar; incluso puede hacer retroceder el tiempo girando en el sentido contrario a la rotación terrestre (y el pringao de Einstein matándose para hacer la teoría de la relatividad…); en conclusión, Superman es todo un Greatest Hits de los superhéroes (nada especial teniendo en cuenta que su padre era Marlon Brando), y sin embargo, con tan solo acercarle Kriptonita, uséase, un trocito de su difunto planeta, se caga por la pata pa bajo. Por no hablar ya de que el tío anda todo el tiempo con el traje de superhéroe debajo de su ropa de diario, lo que hace pensar que sólo con la peste que debe de salir de sus sobacos espanta a los malos por asfixia. Eso sí, y esto es lo mejor de todo, se pone una gafas de pardillo y se convierte en Clark Kent, alter ego del Superman, e igualito físicamente al superhéroe (hecho éste del que ninguna persona en Metrópolis parece percatarse, ¿deberían ser ellos los que llevasen gafas?). Para que luego hablen de los disfraces de Mortadelo…

En conclusión, y para no salirme (como siempre hago) de mi planteamiento inicial, reivindico que los superhéroes son superhéroes, y como tal se tienen que comportar: deben combatir el mal en pijama, hacer cosas imposibles que no debemos intentar en nuestras casas, decir frases ingeniosas en los momentos más tensos y romper nueces con sus mandíbulas cuadradas; porque en el momento que se pretenda hacer de ellos personajes de una película de Woody Allen, dejarán de ser prohombres destinados a salvar el mundo y se convertirán en seres ridículos, tipo gobernador de California o cosas por el estilo. Y hay algo que está claro: el mundo puede sobrevivir sin superhéroes, pero nunca estará preparado para soportar más de un Arnold Schwarzenegger a la vez.

3 comentarios:

Imd dijo...

Hola Pingüino,

"¿Cómo se puede pretender hacer una película seria con un protagonista surcando los cielos en mallas de colores?"

Te recomiendo un comic (no es película pero tiempo al tiempo)... Se titula Marvels (guión de Kurt Busiek y dibujo de Alex Ross), y responde a tu pregunta.

Saludos

Jenny jirones dijo...

Respecto a las dudas sobre Superman y su talón de Aquiles, creo que fue Rosa Montero quien contaba en un artículo que la kriptonita le afecta al superhéroe porque le recuerda a la tierra, y la gente, de la que proviene. Y allí -esto era lo interesante- es uno más, sus habilidades son comunes al resto, no ostenta superpoderes. Esa debilidad es acerca de su propia existencia, muy profunda la Montero.
Por otra parte, es más que recomendable SupermanRojo, un what if en el que la nave de Superman no cae en Kansas sino en Moscú, y se convierte en defensor del comunismo. Mola, especialmente por la tesis final, en la que se sugiere un posible origen de Superman, y claro, la génesis deja a más de uno con la boca abierta.

Pinguinleaks dijo...

Gracias por las sugerencias. La verdad es que no estoy muy puesto en el mundo de las viñetas, pero me apunto las recomendaciones.
El otro día me compré por primera vez en mi vida una novela gráfica: From Hell. A ver que tal...Espero que bien, lo victoriano me tira mucho.
Por cierto Jenny, ayer nos llegó la Edad del Óxido a la Casa del libro; habrá que promocionar a los autores patrios ;).