Suena el despertador. Me creo morir porque ayer estuve leyendo hasta tarde. Entonces compruebo con deleite que he vuelto a adelantar la alarma una hora y media para despertar y seguir durmiendo. Qué grande soy. Giro hacia la pared manteniendo mi posición fetal y me pongo a echar otro pigacín. Cierro los ojos y los abro un segundo más tarde para comprobar que acabo de lograr lo que tantos científicos han perseguido durante décadas: viajar en el tiempo una hora y media (y sin condensador de fluzo). Pongo la radio y Francino me da los buenos días. Le hago una perdida a mi madre para que quede tranquila y no piense que me dormí. Ella me la devuelve y mi lado aventurero despierta (el corporal-mental sigue en coma) y me dispongo a dormir un poco más. Viva el riesgo. Pero ya no consigo dormir. Cagon la mar. Me muevo de un lado a otro. Me desperezo. Aparto el edredón, hago mi saludo jedi a Yoda (que me observa con su bastoncito desde el borde de la cama), y me pongo las zapatillas del Sporting. Puxa Sporting desde por la mañana. Me levanto, miro el poster de Nosferatu y en ese momento me veo mentalmento como él (aunque con pelo). El siguiente paso es la duda existencial de todas los días: la ducha; ese lugar infernal. Al final me ducho, pero sé que acabo de perder varios años de esperanza de vida. Debería afeitarme también, pero son demasiados esfuerzos juntos. Salgo zumbando del baño y me visto. Hago la cama haciendo todo el ruido que puedo para despertar a mi compañero de piso que duerme plácidamente en la otra habitación. Que se joda, que no madruga. Quiero desayunar, pero me digo que es mejor tomar solo un café y así tener la excusa perfecta para comerme en el descanso de media mañana un croissant de esos tan ricos. Subo la cortinilla del velux, lo abro y saludo a las palomas y gaviotas que ya andan por ahí mirando a quién pueden cagar. Salgo de casa. Espero a que llegue el ascensor pero luego decido que es mejor empezar el día haciendo deporte, así que bajo por las escaleras y cuando salgo a la calle me siento el hombre más sano del mundo. No me sobra el tiempo, y el camino de aproximadamente 23 segundos que separan mi casa del curro hay días que se hace eterno. Así que en marcha. “Hoy puede ser un gran día” que diría mi madre (y Serrat). Ya lo creo. Siempre me han encantado las mañanas.
9 comentarios:
deja de hacer la cama y joder a los demás!
Mujajajajajaja...
Yo no quiero pingüinos así de compañeros de piso...
El mejor final sería poder tomarse un cafetín entre tu casa y el curro, con la prensa del día, unos churros y un cigarrín en la mano. Que guapo :)
A cualquiera le gustaría tenerme de compañero de piso. Pocos pingüinos más molones se pueden encontrar por ahí ;)
Esi final ye perfecto, solo que tengo un problema: vivo tan cerca del curro que siempre acabo lavantándome muuuy tarde
jaja y los lunes ¿no? :D
ajajjajajaj genial, como siempre!!
Gracias Noe, tú que lo lees con buenos ojos :)
Jejeje mu bien escrito.
A.C.
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