Dos especímenes femeninos de mediana edad te escrutan desde el otro lado de la Caja. Se nota la incertidumbre en su mirada. El miedo. Tienen que hacer una pregunta y no se atreven. Por fin, tras un buen rato de deliveración, la más osada se lanza al ruedo:
-Disculpe, ¿tienen baño?
-No, lo siento -contestas con un tono de disculpa que intenta transmitir cierta empatía urinaria.
Es entonces cuando el segundo espécimen, que se ha mantenido en la sombra hasta el momento, decide pasar a la acción. Con un gesto autoritario retira a un segundo plano a su (al menos hasta el momento de hacer la pregunta) amiga, y le dice que no se ha sabido explicar bien, que la deje a ella:
-Perdone, ¿hay servicios?
-No, lo siento, de eso tampoco tenemos.
3 comentarios:
Ma-ra-vi-llo-so. Sigo en busca de anécdotas así, pero no las encuentro.
Pues creo que te has dejado en el tintero la parte más espeluznante de la historia, aunque lo mismo ha sido por no herir la sensibilidad de tus lectores, algo comprensible. Yo me refiero a cuando la más temperamental de las dos, o ambas en comanda, deciden hacerte pagar a ti por la falta de servicios... "musho mieo"...
Nos leemos.
Antes o después, con el permiso de maese Calamar, rememoraré ese glorioso episodio dominguero con el anciano sin rumbo. Glorioso.
Afortunadamente, estas dos buenas señoras no me hicieron pagar de ninguna manera por nuestra falta de urinarios. Menos mal.
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